Todas las emociones son importantes, son parte de nuestra vida, en nuestro diario convivir con otras personas saludamos preguntando ¿cómo estás? y la respuesta más fácil y hasta automática es un simple “bien”. Pero ¿qué hay detrás de la palabra bien? En realidad bien no es una emoción, nos cuesta trabajo profundizar a cómo nos sentimos, qué emoción estamos experimentado en ese momento.
Desde que nacemos experimentamos emociones pero la sociedad no ha reconocido cuán importante es conocerlas, validarlas y reconocerlas para poder comprender la función que tienen en nuestro cuerpo. Así que vamos a empezar por el principio, ¿qué es una emoción?
Una emoción es una reacción psicofisiológica que representa modos de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, una persona, un lugar, un suceso o un recuerdo importante. En resumen es aquello que sentimos, cuando percibimos algo o a alguien.
¿Sabías que existen hasta 250 emociones diferentes? ¿Cuántas emociones has experimentado? Las emociones tienen patrones de comportamiento universales y comunes en todos los individuos. Cuánto más conozcamos acerca de las emociones, será más fácil gestionarlas adecuadamente. Es importante no evadirlas, reprimirlas o catalogarlas como “malas” o “negativas”, nacimos con emociones por una razón: adaptarnos y sobrevivir.
La emoción genera una reacción inesperada que se puede adaptar a lo que nos rodea, esto forman parte de los procesos cognitivos que realiza el ser humano y que, incluso, se relacionan con el contexto sociocultural del individuo.
Las emociones se clasifican principalmente en dos tipos:
- Primarias, aquellas que se presentan desde el momento de nuestro nacimiento, se inician con rapidez y duran segundos. Dentro de este grupo tenemos 6 emociones: ira, tristeza, alegría, miedo, sorpresa, aversión.
- Secundarias, aquellas que surgen como consecuencia de la socialización y el desarrollo de capacidades cognitivas, primero surge una emoción básica y después una secundaria: Celos, culpa, orgullo, vergüenza, satisfacción, diversión, desprecio…
La emoción, cualquiera que sea, genera un cambio de ánimo y de conducta que se aprecia a través de los gestos corporales, como una sonrisa o ceñido de cejas. Las expresiones faciales reconocidas por todos los individuos son la del miedo, tristeza, alegría y enojo.
La mayoría de nosotros intentamos evitar o ignorar nuestras emociones y nos vemos afectados física, mental y emocionalmente porque no sabemos o no podemos manejarlas adecuadamente. Cuando esto ocurre quedan guardadas dentro de nuestro cuerpo y nos pueden producir enfermedades como estrés, dolor físico, depresión, ansiedad, insomnio, entre otras.
Lo ideal es poder reconocerlas y comprenderlas, no hay emociones buenas o malas, es sano y necesario exteriorizar las emociones, todas son importantes y necesarias. Todas las emociones nos dicen algo, lo correcto es preguntarnos por qué nos sentimos de esa manera, qué nos quiere decir esa emoción que estamos sintiendo.
Al relacionarnos con otros como seres sociales, las emociones juegan un papel muy importante en el ámbito laboral, pueden tener un gran impacto en nuestro desempeño y bienestar en el trabajo. Un estudio realizado por Barsade y Gibson (2007) encontró que las emociones positivas en el lugar de trabajo estaban relacionadas con una mayor satisfacción laboral y un mejor desempeño. Por otro lado, las emociones negativas, como la ira y la frustración, estaban relacionadas con una menor satisfacción laboral y un peor desempeño.
Entonces, ¿las emociones en el trabajo son nuestras aliadas o enemigas?
Las tensiones del día a día, las exigencias en el trabajo, los problemas económicos y la constante y creciente competencia, son aspectos que pueden llegar a alterar el estado emocional de los empleados. Cuando los ambientes no son favorables se genera una situación que repercute negativamente en el ámbito laboral, el desarrollo profesional y al final se ven directamente afectados los resultados y la productividad de la empresa.
Las emociones también pueden afectar la forma en que interactuamos con nuestros compañeros de trabajo y clientes, y pueden tener un impacto en el estrés laboral. Por lo tanto, es importante reconocer y regular nuestras emociones en el lugar de trabajo para mejorar nuestro bienestar y desempeño laboral.
Esto no significa que las emociones sean tus enemigas, pero si no tenemos las herramientas y habilidades necesarias para controlar aquellas que nos desequilibran o nos provocan intranquilidad durante largos periodos de tiempo, podemos afectar nuestra salud física, emocional y mental y dejar de disfrutar nuestra vida o sentirnos bien a pesar de las dificultades que siempre nos van a acompañar.
Así que lo mejor es aprender a auto controlarlas, que las emociones estén a nuestro favor o a nuestra contra dependerá cien por ciento de cada uno. Para ello es importante conocer el término “Inteligencia Emocional” construido por el psicólogo Daniel Goleman, quien la define como la capacidad de reconocer y regular nuestras emociones.
La inteligencia emocional se relaciona más con la reacción que una persona tiene frente a las emociones, que muchas veces son más impactantes que las emociones en sí que desencadenan esta acción. Es decir, la capacidad que tenemos de reconocer y gestionar las emociones, propias y ajenas, de manera efectiva.
La inteligencia emocional nos da la capacidad de hacer ese trabajo de forma más eficiente y alcanzando mejores niveles de rendimiento. Esto debido a que toma en consideración las medidas para conocer más sobre nuestra salud mental y física, así como la de los demás.
¿Sabes si tienes inteligencia emocional? Te dejamos cinco habilidades claves de las personas emocionalmente inteligentes:
- Empatía, reconocen y aceptan las emociones de los demás. En el entorno laboral, practicar comportamientos empáticos supone una mejora en las relaciones con los equipos, en la comunicación y en el rendimiento.
- Autoconocimiento de las habilidades, emociones y fortalezas. Consiste en conocer nuestras fortalezas y debilidades, nuestros objetivos en la vida y cómo queremos alcanzarlos. Para periodos de desempleo será clave. En estos momentos, el autoconocimiento nos puede ayudar a saber qué nos diferencia de los demás. ¿Con qué cualidades contamos?, ¿cómo potenciarlas en nuestra búsqueda?
- Motivación, conocen su verdadero propósito y lo que les motiva. Debemos tener siempre presente que somos capaces de lograr aquello que queremos conseguir. Pero también debemos proponernos objetivos realistas.
- Autorregulación de sus propias emociones. Tenemos que ser capaces de controlar nuestros impulsos cuando llegan los imprevistos, gestionarlos y ser capaces de ver el lado positivo a cada situación negativa. Dejarnos llevar por nuestras respuestas emocionales puede ser muy peligroso y perjudicial, tanto para nosotros mismos como para nuestros compañeros de equipo.
- Habilidades sociales, hacen que cada relación sea la adecuada en cada momento. En situaciones de tensión o estrés será donde se ponga a prueba esta capacidad. Los trabajadores que sepan manejar sus emociones sabrán cómo dirigir un equipo con mayor éxito.
Si aún debes desarrollar tú inteligencia emocional, te ayudamos con algunas formas de liberar tus emociones y poder aprender más de ellas:
- Hablar, buscar apoyo con alguien cercano o que te haga sentir confianza para expresar tus emociones y comprender lo que te sucede.
- Terapia, buscar a un profesional para que te guíe y encuentres herramientas y recursos emocionales, volver consciente de tus emociones.
- Cantar, cantando podrás dirigir y manejar tus emociones convirtiéndolas en arte. Cantar produce bienestar y tranquilidad, reduce el estrés y la tristeza.
- Bailar, te ayuda a liberar tensiones físicas, es un medio de expresión con el cual te puedes desahogar y te ayuda a conectar tu cuerpo con las emociones.
- Deporte, ejercitarte ayudará a bajar tu estrés y ansiedad, los deportes aumentan la relajación y ayudan a controlar la respiración.
- Pintar, te ayudará a relajarte, a desconectarte de todo aquello que te abruma por un momento. Puedes dibujar o pintar de acuerdo a cómo te sientes y qué quieres expresar.
- Escribir, cómo te sientes cada que experimentes una emoción, hacerlo te hará sentir mejor. Poner palabras a cómo te sientes te ayudará a liberar la carga emocional.
- Cocinar, al cocinar tus cinco sentidos se activan generando una experiencia sensorial que activa tu bienestar emocional. Te ayudará a enfocarte en el presente y soltar lo que te preocupe.
- Llorar, a pesar de que la sociedad nos ha dicho que llorar está mal o que los hombres no lloran, el hacerlo te harpa sentir liberado, es de las mejores terapias que puedes hacer.
No se trata de sacar el sentimiento de la mente, ni de esconderlo en ella, sino de experimentarlo con aceptación. Carl Rogers.
Compártenos, ¿qué tan consciente eres de tus emociones? ¿qué tan inteligente eres emocionalmente?
Colaboración especial de Mari Martínez
Senior Recruiter de Recruiters and HR
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